Una de los momentos más emocionantes, y a veces frustrantes, de cualquier
intento de clasificación es aquel en el que uno se da cuenta de que
el mundo se resiste tenazmente a toda discretización y se dedica
a poner en nuestro camino objetos que no encajan en ninguna de nuestras
categorías previas.
Por eso habrá siempre en toda ordenación una sección
de varios, otros, raros o, directamente, inclasificables.
La de Epsilones es esta en la que te encuentras: El baúl.