Teranesia es una estupenda novela del magnífico escritor
de ciencia ficción hard Greg Egan. Si no he incluido
su nombre bajo el párrafo anterior es porque no le he querido
hacer responsable de la pifia que quiero comentar, pues los responsables
son evidentemente los encargados de la edición, aunque la verdad
es que da la sensación de que nadie editó este libro y
que se limitaron a imprimir lo que alguien tradujo a la carrera. Si
no no se explica la enorme cantidad de frases incompletas, de palabras
repetidas, de errores tipográficos, de párrafos sin sentido...
Confieso que cuando leí el párrafo citado, por un segundo
me pregunté ¿Eigen?, ¿quién es Eigen? Pasado
este segundo de estupor caí en la cuenta de lo que había
pasado: la traductora había leído en el original la palabra eigenvalues. Al no conocerla se iría a su diccionario
de inglés, donde tampoco la encontraría, lo que la llevaría
a probar con la enciclopedia, donde se encontró conque Eigen es el apellido del nobel de química Manfred Eigen. ¡Eureka!
Un químico y hablamos de proteínas, pues eso es eigenvalues,
'valores de Eigen'.
Pero no. La palabra inglesa eigenvalue está formada por
el prefijo alemán eigen, que quiere decir 'propio', y value, 'valor'. En castellano se traduce a veces como 'autovalor'
y otras, más literalmente, como 'valor propio'. (En el contexto
del álgebra lineal, estos valores propios son aquellos
escalares λ que, dada una matriz cuadrada A, hacen que el determinante
det(A - λI) sea igual a cero). Y sí, los estados cuánticos
se describen en términos de autovalores o valores propios.
Traducir es una tarea difícil, ingrata y a veces imposible.
No se necesita tan solo conocer a la perfección los dos idiomas
implicados, sino saber de lo que se está hablando. No se puede
poner a traducir un texto de filosofía a alguien que no sabe
filosofía. Es demasiado frecuente que pongan a traducir ciencia
ficción a gente que no sabe nada de ciencia. "Total, qué
más da", dirán los avispados editores.
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