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Palacio de Justicia
El aprecio del arquitecto Jean Nouvel por las formas geométricas
más puras es conocido: basta apreciar el Institut du monde arabe de París, con esas fascinantes celosías que controlan la
cantidad de luz que entra en el edificio automáticamente (drcha.);
el nuevo y magnífico museo Quai Branly (abajo), también
en París; o la estupenda ampliación del MNCARS de Madrid.
Sin embargo, pese a ese gusto por la geometría, sus edificios
siempre tienen elementos que compensan la frialdad de líneas y
planos: a veces son formas bulbosas, orgánicas; otras son textos
y colores; otras, auténtica vegetación que oculta de una
u otra manera el edificio.
Sí, siempre es así, salvo en un lugar: el Palacio
de Justicia de Nantes. Allí solo reina un tipo de línea,
la recta, y solo un color, el negro. Uno siente estar penetrando en un
lugar del que nunca va a salir. Me imagino a quienes tengan que acudir
allí a resolver cualquier asunto: sin duda pensarán, nada
más entrar por la puerta, que todo el peso de la ley ha
caído ya sobre ellos. No sé si causar esta impresión
fue premeditado, pero desde luego hace de la justicia algo bastante poco
amable.
Por el ambiente opresivo me recuerda a la película Cube.
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