Las tiras
de Mafalda tienen momentos matemáticos memorables,
como cuando la pequeña Libertad le dice a su maestra que un triángulo
cuyos lados son todos iguales es... socialista, o como cuando Mafalda,
tras haber estudiado en clase el pentágono,
le propone a la profesora para el día siguiente estudiar... el
Kremlin.
El ejemplo que he elegido (hubiese copiado cientos de tiras, la verdad)
habla con esa precisión quirúrgica de Quino de la paradoja en la que vivimos
todos los del montón que no queremos ser del montón.
Nota personal: me acordé de esta tira a raíz de unas paradojas
que recibí. Cuando me puse a buscarla, empecé a leer, a
leer, y no pude parar. Tres días después había vuelto
a leer los once tomitos de la colección más un tomo especial
de inéditos. Es perturbador descubrir cuánto le debe uno
a un puñado de dibujitos de apariencia inocente.