—No sentiste hablar del padre Laburu? Hacía unas descripciones del infierno que
nos aterrorizaba. La eternidad del castigo. Una esfera del tamaño de la Tierra, una gota de agua que cae y la desgasta. Y cuando aquella esfera se termina, se empieza con otra igual. Y después otra y otra, niñas, millones de esferas del
tamaño del planeta. Infinitas esferas. Imaginaos, niñas. Y mientras tanto te asan al
spiedo. Hoy me parece tan candoroso. El infierno está aquí.