Melancolía I
En este magnífico grabado de Durero aparece un cuadrado
mágico entre otros objetos matemáticos e instrumentos.
Para hallarlo deberás ampliar la imagen. Verás que algunos
de los números no están escritos exactamente como hacemos
ahora.
¿Qué relación establecería Durero entre
las matemáticas y la melancolía?
Lutero dijo: “las matemáticas hacen melancólicos
a los hombres, igual que la medicina los hace enfermos o la teología
pecadores”. Más claro fue el escolástico Henricus
de Gandavo, quien pensaba que los matemáticos, privados de
la mente metafísica, caen en la melancolía al intentar
medir la materia. Casi nada. [Web: The
melancholic disposition of the mathematical mind according to Henry
of Ghent].
Por otra parte, Alexander Roob dice en su Museo
Hermético: "Los neoplatónicos de Florencia
ensalzaban la “bilis negra” (melan: 'negro', colía:
'bilis') del temperamento llamado saturnino como una disposición
de ánimo propensa a estimular el genio y el conocimiento profundo
del ser".
También tenemos la descripción de un poeta, James
Thomson, quien parece hablarnos de un combate desigual y obsesivo
entre el melancólico y la ingrata tarea.
Hay quien dice que Durero se basó para dibujar la figura del
ángel en el Heráclito que pintó rafael en La escuela de Atenas.
Por su parte, Girolamo de Michele, citado en la Historia
de la belleza, pp.225-226, dice que la revolución copernicana,
las guerras, la peste y otros factores produjeron una “herida
narcisista” en el hombre consistente en la toma de conciencia
de que el universo no ha sido creado a la medida humana. Por
eso, frente al geómetra armonioso y sereno del Renacimiento,
el nuevo geómetra compenetra su ciencia con la melancólía.
A saber.
PD: otro par de citas [Celebraciones, p.258 y ss]:
- Aristóteles: “Los melancólicos son naturalezas
serias dotadas para la creación espiritual”.
- Ficino: “[la melancolía] empuja el alma a buscar
el centro de las cosas singulares. Y ella la eleva hasta la comprensión
de las más altas cosas...”.
Otra PD: Hablando de matemáticas escribió el Conde de Lautréamont:
“Entonces, ese espíritu superior, entristecido, a quien
la noble familiaridad de vuestros consejos hace sentir con mayor fuerza
la pequeñez de la humanidad y su incomparable locura, sume su
canosa cabeza en una mano descarnada y permanece absorto en sobrenaturales
meditaciones” [Los
cantos de Maldoror, p.91].
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